lunes, 19 de mayo de 2008

LA CONTAMINACIÓN DEL RÍO MATANZA-RIACHUELO: UN MAL QUE AFECTA A TODOS

Las víctimas de este paradigma argentino de la corrupción mueren en silencio, cautivos de enfermedades que son el fruto del desinterés que tanto caracteriza a la política de nuestro país de los últimos años. Los efectos en la salud se manifiestan en incontables formas, y los profesionales no están preparados para discriminar cuándo un infarto, un aborto espontáneo, o una leucemia, tienen su origen en el drama del Matanza Riachuelo. No hay unidades toxicológicas en toda la cuenca a pesar de que en la zona muere el doble de niños que en el resto de la Provincia de Buenos Aires (algo que para nosotros es bastante inconcebible, ¿no?). La bomba ambiental que mata silenciosamente está dejando de tener fronteras, como si el Riachuelo hubiera comenzado a devolver al hombre parte del daño que ha sufrido durante los últimos 200 años. Sin dudas, una venganza un tanto previsible, que se podría haber evitado si tan sólo la honestidad y la aptitud política de muchos de nuestros gobernantes hubiera sido mayor que el interés económico propio y el poder.

El gobierno de Néstor Kirchner presentó un proyecto en el 2005 para el saneamiento del Riachuelo. Pero lo primero que nos surge al leer informes sobre las medidas que tomó el gobierno kirchnerista para poder darle al fin una solución al problema que atenta contra el bienestar de la población argentina, es un interrogante que no debería haber estado presente en nosotros: ¿es éste otro negociado político que tiene como único fin beneficiarse a ellos mismos sin importarles la causa que se explicita en la toma de medidas? Teniendo en cuenta que el gobierno actual no es más que una continuación del modelo político argentino –fundado en la corrupción- que se nos fue impuesto desde hace ya varios años, resulta casi imposible llegar a creer que de una vez por todas se va a realizar algo por el bien de la gente. Y tampoco olvidemos que no se le dio tanta difusión al proyecto para la población media, por lo que entendemos que no es realmente un interés primordial para el Estado, como lo es, por ejemplo, el tren bala. El plan de limpieza de las aguas del Riachuelo tiene un costo aproximado de US$ 3.000 millones (mil millones de dólares menos que lo estimado para la construcción del “tren bala”), y no se sabe aún de dónde provendrá ese dinero.

Un dato que no es menor: el Gobierno tuvo que “apurar el caballo” para cumplir con el requerimiento de la Corte que intimó a presentar un programa de saneamiento del Riachuelo. Entonces, el proyecto puede ser más bien entendido como un “cumplimiento del deber formal” que como –según palabras del propio Néstor- una “política de Estado”. Otro ejemplo del desinterés político se muestra con Romina Picolotti, que tuvo en 2007 una partida de 66,6 millones de pesos para obras y gestión ambiental en la cuenca Matanza-Riachuelo. Y usó apenas 17,2 millones: exiguo 26 % del total. Lo mismo pasó, en general, con la promoción del desarrollo sustentable y los controles.

Como jóvenes, sentimos que el futuro y el presente de esas 5 millones de personas que se ven afectadas por los efectos de la cuenca del Matanza-Riachuelo está siendo pisoteado e ignorado por quienes se encargan de nuestro supuesto bienestar general. A todos ellos, les decimos que la cuestión del Riachuelo no es un tema menor, y que si no se toman medidas inminentes e inmediatas, las consecuencias se tornarán (con el paso del tiempo) más irreversibles y dañinas de lo que hoy son. Parece que costara mucho pensar un poco en el futuro de un país y dejar de lado la idea de llenarse los bolsillos a cuesta de hasta la vida de los otros...

Autor: Matías Lince - Jxi Zona Norte -

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